Actualizado el 05/10/2023
Turismo en Brasil durante el carnaval de Río de Janeiro
Brasil desarrolla su economía de la mano del turismo, especialmente por ser sede de eventos de clase mundial; pero también por eventos anuales como los carnavales. Los carnavales se han celebrado durante décadas en la historia de la humanidad. En Grecia y Roma surgieron como tributo a dioses paganos; pero en el mundo Cristiano son permitidos hasta el miércoles de ceniza.
Los carnavales bajo un contexto Cristiano, surgen entonces como fiestas previas al período de cuaresma, caracterizado por recogimiento y oración. Como contraste a la cuaresma, los carnavales se caracterizan por promover diversión, alegría y esparcimiento.
La primera versión del carnaval de Brasil, el más famoso del planeta, se realiza con ritmos europeos en el año de 1840 y la samba se introduce en 1917. En 1984 el arquitecto carioca Oscar Niemeyer construye basado en «la curva libre y sensual», el sambódromo del Marques de Sapucaí de Río de Janeiro, el cual es usado principalmente en los desfiles del carnaval.
El carnaval de Río, considerado patrimonio de la humanidad por la UNESCO, es el encuentro de las diversas escuelas de samba, que desfilan adornando con disfraces multicolores, cuerpos esculturales de bailarines que trabajan durante el año previo para este evento e irradian sensualidad, folclor brasilero y arte.
El cielo azul de Ipanema se funde con los colores del océano para dar paso a las edificaciones imponentes, nunca tan majestuosas como los cerros verdes que acompañan el paisaje. Todos los acontecimientos de esta fiesta ocurren bajo la mirada del Cristo Redentor que parece que observara la ciudad desde las alturas, vigilante de cada corazón.
El turismo para esta gran metrópoli, se convierte en asunto gubernamental, ya que cada gasto estatal es realmente una inversión para atraer más personas que consumen en esta época comida, se hospedan en hoteles, pagan taxis y realizan todo tipo de compras.
Río en esta maravillosa época danza al son de la música como si las favelas se unieran en un carnaval con las espléndidas mansiones en una mezcla de estratos sociales. La concurrencia al carnaval es variadísima, con la participación desde la dama de alta alcurnia, hasta el pescador y el campesino que desfilan como formando surcos que se funden en la construcción de la fiesta.
El carnaval es tradición y se repite año tras año conservando el estilo original; pero al mismo tiempo se enriquece y embellece con las ideas de cada participante y resalta los cuerpos de los garotos y las garotas como si a pesar de los disfraces el principal protagonista fuera el cuerpo humano al natural.
Ante este espectáculo de arte, se congrega la ciudad entera, todos quieren escoger los mejores asientos que les permitan gozar este deleite para los ojos, este deleite de carnaval. El poderío y desarrollo económico de Brasil, nueva potencia económica mundial, se ve plasmado en la calidad de los disfraces, de la música y en el trabajo duro de cada uno de los participantes.
El turismo se convierte en la razón de ser del carnaval, y en política de quien dirige la ciudad, no solamente por los dividendos económicos que deja esta fiesta; sino también porque cada visitante se convierte en embajador del carnaval en el mundo entero.
Imagenes cortesia de «tungphoto»/ FreeDigitalPhotos.net
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